domingo, 7 de septiembre de 2008

EL REGRESO (Águila Coaz)

SINGLADURA 5-9
Hoy madrugó hasta el niño Morton. A las 8,30 a visitar unas grutas con la luz de la mañana. Luego, rumbo a Kefalonia, que dista unas 15 millas de Zakhintos.
Esta isla debe su nombre a un héroe local llamando Kefalos, que según las efigies que hay suyas, debía de ser de los que al estornudar daban una vuelta de campana, como Pitouto.
Dice la leyenda que Ulises, cuando volvía de sus excursiones, tomaba como referencia uno de sus montes, el Enos, que tiene una altura de 1628 metros y es el monte más alto de todas las islas jónicas, por lo que hace de guía para los que vienen del sur.
Fondeamos frente a la playa de Agia Efimia, que viene a ser Santa Eufemia. Comimos a bordo y por fin, cambiamos de menú: en lugar del consabido atún, hoy nos tocó pollo a la zanqueira, que no estaba mal según estos buitres que van a bordo.
Lo bueno de tener estos compañeros que comen tan bien es que casi no hace falta fregar los platos y las cazuelas porque quedan limpios.
Kefalonia es, como todas las islas de la zona, territorio de invasiones continuas, así que por aquí pasaron romanos, normandos, franceses, ingleses y, por supuesto, los turcos.
Lord Byron escribió en esta isla su obra “Don Juan” y aquí murió luchando contra los turcos al lado de los isleños.
Subimos por la parte oriental de la isla hasta un puerto en una pequeña ciudad que se llama Melissani. Cuando ya estábamos amarrados al muelle, llegó un yate de 26 metros y al hacer la maniobra de atraque se le enredó un cabo en la hélice, con lo que se quedaron sin máquina.
Después de pelear un marinero durante media hora, tuvo que echarse al agua Manuel que, en dos minutos resolvió el problema.
El que dirigía la maniobra era el cocinero, y quedó tan agradecido que nos regaló dos botellas de whisky. Chapurreaba bastante bien el castellano (su mujer es argentina) y, después de cenar subió a bordo del Odysseas a tomar una copa.
A lo largo de la conversación le comentamos que al día siguiente iríamos a Ítaca y Eustaquio, ese era su nombre, nos contó una historia que paso a relataros.
He de puntualizar, antes de empezar, que los de Kefalonia y los de Ítaca se llevan bastante mal (algo parecido a lo que pasa entre cazurros y bercianos), por lo que la historia puede ser cierta, o no.
La historia es la siguiente:
“Como ya sabéis, Ítaca es la patria de Ulises, que reinó en el siglo XII A.C.
Cuando se casó con Penélope (símbolo de la paciencia y de la fidelidad conyugal) le dijo:
-Mira querida, Ulises sale de batalla todos los lunes, esté Penélope o no.
Penélope sonrió con esa cara angelical que Zeus le había dado y le respondió:
-Querido, me parece muy bien lo de tus batallitas, pero ya que estamos en plan de confidencias, yo también tengo que decirte algo: Penélope folla los sábados, esté Ulises o no.
Así que, de ser cierta la historia y después de hacer una sencilla multiplicación, habida cuenta que Ulises se pasó veinte años entre guerra de Troya y otras aventuras variopintas, nos salen 1040 sábados, con lo que la fiel Penélope se pasó por la piedra a todos los habitantes de Ítaca. Así nos lo contaron y así lo relato. Mañana, más. Un abrazo. El águila coaz

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