martes, 26 de agosto de 2008

EL EGEO (El Capi)

26 de agosto de 2008
SINGLADURA 25/8
Amanecimos en una gran tranquilidad y silencio.
El primer baño fue el mío, a las 7,50 h. mientras todos dormían. Cogí la zódiac y me fui a dar una pequeña vuelta por la isla hacia la parte oeste. Los pececitos menudos plateados saltaban a mi paso. Descubrí un chiringuito con sombrillas y tumbonas que mas tarde inspeccionaremos e incluso intentaremos que nos den algo de cenar.
Nos dedicamos a bucear y a bañarnos todos. Los fondos son bastante tristes. Lo único que vimos fue alguna esponja y muchísimos erizos, haciendo prácticamente imposible pisar las rocas. Manuel nos trajo a cubierta trozos de vasijas de barro. Parecíamos expertos, cada cual analizaba y opinaba:.- técnica de la cuerda, técnica del peine; vasija grande, asa de colgar, pitorro especial... En un lateral del corte de la montaña que nos rodeaba, vimos una cueva muy curiosa, tenía una cruz blanca y dentro un altar con un armario haciendo de santuario. Al lado una pequeña maqueta de una iglesia. (Os mandamos también foto).
Las cabras no aparecieron por ningún sitio. Ahora os seguiremos contando de la fauna de esta isla que tiene su gracia.
Mientras nos bañábamos oímos música muy escandalosa, era una goleta cargada de turistas que nos fondeó al lado. Se estuvieron bañando y después de intercambiarnos bocinazos mutuos (la nuestra más potente, por supuesto), se fueron. La calma volvió a reinar.
Decidimos comer a bordo y esta vez reconocimos todos que Javito se merecía que le hiciéramos “la ola”. Nos preparó parte del bonito rojo que habíamos pescado el otro día, con un arroz modelo paella y salsa de tomate que estaba para chuparse los dedos. Todo un manjar, nos supo a gloria.
Nos seguimos bañando. Nuria y Javier se dedicaron a hacer el gamberro en el agua. El casco que estaba un poco cochino, se dedicaron a hacer pintadas que no voy a detallar, sólo imaginaros lo que podían ser las fiestas griegas en su día (erótico-festivas). Se nos ocurrió a Julio y a mí darnos un baño y acabamos sumergidos en risas al ver el panorama.
Decidimos ir a cenar al chiringuito de la otra cala. Zarpamos, y en quince minutos estábamos allí. Todo lo tranquilo que parecía a primera hora de la mañana, se había convertido en el mayor centro turístico de la isla. Una goleta con velas de trapillo de adorno que no las debieron izar en la vida, lo que colgaba, tenía el mismo apresto que una sábana con suavizante.
Al cabo de un ratito de desembarcar nosotros, tuvimos la suerte que embarcaron ellos. Al enterarse que éramos españoles nos gritaron ¡¡¡viva Sofía la reinaaaa!!!!!,. Toda la tripulación era modelo blanco-rosaditos-quemaditos, se lavaban los pies uno a uno en una común cubeta antes de entrar al barco. La música comenzó de nuevo a todo volumen, anunciando a algún despistado que se hubiera quedado en tierra la partida.
Volvió la medio tranquilidad, pues en tierra se quedó una tripulación combinada de varios barcos diferentes que eran amigos; una zódiac cubierta, barco pesquero, lancha con cabina.
En tierra, nuestro Javito, se encargó de las relaciones públicas. Contactó con la famosa Irene (modelo americana; gorda, sonriente y más tarde descubrimos su gran capacidad de llevar el negocio).
Decidimos quedarnos a cenar allí y después de intentar negociar una langosta con el pariente-pescador de nuestra Irene, no llegamos a un acuerdo, nos la vendía por 50€. Nos pareció un robo.
Acordamos un menú para todos; sopa de pescado (con el único pez de roca que había cogido el famoso pescador), huevos fritos con patatas y una ensalada para acompañar. Mientras decidíamos todo esto, nos tomamos unos cubatitas (eran pequeños).
Javier mientras tanto había oído a una perdiz (según él fue un grito de perdiz en celo…..) y ni corto ni perezoso le propuso a Irene que si la cazaba que nos la preparaba. La mujer con una rotunda negativa contestándole en inglés le dijo que ni se le ocurriera, estaba prohibido y que vendría la policía.
Nos advirtió que no se nos ocurriera dejar el barco amarrado al embarcadero, pues por la noche había cantidad de ratas y se nos podrían subir al barco ya que estas son capaces de trepar por las amarras.
Todavía no sabemos si esto fue un método que utiliza con los que amarran en el embarcadero para que no le roben o no le den la lata o si verdaderamente era verdad, pues ratas no vimos, lo que vio Javier fueron conejos. Por cierto que a uno de ellos se le ocurrió tirarle una piedra para ver si le daba y un paisano se puso furioso, pues los conejos igual son como las vacas a la India.
Después de una jugadita de futbolín, Creta-España, en la cual ganamos 3-2 a Irene y compañero (tenemos foto), empezamos a cenar.
La cena fue una clavada, por cabeza nos cobraron veinte euros (copas incluidas). El vino nos lo llevamos puesto, llevamos nuestra vaca, el que tenían era blanco y en bidón de plástico como pudimos observar en la mesa de al lado.
Resumiendo, que Irene tiene un gran negocio montado y no nos volveremos a fiar de las gorditas simpáticas.
Cuando llegamos al barco hubo tremendas risas de lo que nos metimos con muestro “relaciones públicas”, la química no había funcionado con Irene.

EL EGEO (El Capi)

25/08/08
SINGLADURA 24/8
A la mañana siguiente continuamos y sin ningún problema, “supermanuel” en media hora quitó la vuelta que nos faltaba a la hélice. Lo solucionó sin tener que cortar el cabo.
En los planes había diferentes opiniones; había quién quería ir a ver todas las pedrolas rotas y tiradas por ahí (como dice Manuel) y los que querían solucionar los problemas del barco.
Manuel y yo nos quedamos en el barco arreglando varias cosas. Hubo que subir otra vez al palo para bajar la driza y Manuel vio que la pieza que arreglamos el otro día del giratorio del génova estaba a punto de soltarse. Total, otra subidita al palo con el material necesario para fijarla. A continuación revisión de niveles de los motores.
Nuria, Julio y Javi, se fueron a ver el Museo Arqueológico en el cual estaban prácticamente todos los originales de los frescos del Palacio de Knossos y demás enseres. Creyeron que la visita les llevaría toda la mañana pero, cuál fue la sorpresa que, el museo estaba en obras desde hace dos años y quedó reducido a una sola sala (muy concentrada), en la cual estaba resumida todo el arte desde el neolítico hasta el romano. Nos cuentan que fue interesante ver los frescos (príncipe de los lirios, damas azules) y piezas que incluso los grandes diseñadores se permiten copiar hoy en día (sellos, vasijas, joyería). Muy interesante.
Este mismo grupo se fueron en autobús a ver el Palacio de Knossos. En la parada del autobús al preguntar a unas chicas el horario, les entró la risa y se pusieron a hablar español. Eran dos hermanas de nacionalidad griega y su madre era de Murcia. Siempre encontramos a alguien que nos habla en español. Los que suelen venir por aquí son los italianos y nos confunden con ellos.
El técnico en construcción (Julio), criticó duramente la mala restauración del Palacio, su hormigón con los redondos de hierro de las vigas al aire, les hacían volver al siglo XXI. Lo más sorprendente y llamativo de la visita en general, comentan, fue el gran colorido que tenían los frescos y las columnas. (Ya os colgamos fotos para que las veáis).
A la vuelta de la visita, el grupo de los del Palacio nos rescataron en el barco para comer todos juntos. Comimos en una placita con la mesa inclinada (pero ya estamos todos acostumbrados a comer torcidos) estaba en cuesta. Nos bebimos dos litros de vino del calor que hacía y aunque tarde, fue una comida muy agradable.
De vuelta al barco decidimos baldear la cubierta con agua dulce, mientras otros hacían fotos del entorno. Nuestro amarre prestado estaba en un sitio privilegiado, enfrente del Castillo Veneciano (también veréis las fotos).
Tomamos rumbo a la isla de Día, donde existe la mayor reserva de cabras montesas.
Al salir del puerto, nos sobrevolaban los aviones del aeropuerto de Iraklio. Todo el trayecto fue a motor y la noche se nos echó encima. Llegamos a una calita de la isla. Se apreciaba ya un agua limpia y transparente. El agua estaba como un plato y las estrellas nos cubrieron entre dos muros de montañas sin ninguna vegetación. El cambio fue notable, la tranquilidad y el silencio a la ciudad que acabábamos de dejar.
Una barbacoa en popa con pechugas de pollo, pinchos morunos y panceta, fue un buen final de día, acompañado de los acordes de nuestros grandes guitarristas y cantantes que llevamos a bordo.

EL EGEO (El Capi)

25/08/08
SINGLADURA 23/8
Soltamos amarras sobre las 10 de la mañana.
En el barco Julio, Nuria y yo. Javier y Manuel por tierra en el coche que teníamos alquilado, Javier tenía interés en ver una serie de ruinas y Manuel para ver si recuperaba algo la espalda, ya que en el barco no puede estar quieto, la primera mano es siempre la de él.
Destino Iraklión, la capital de Creta, distancia 58 m.n. damos rumbo norte hacia el cabo Ioannis, distante unas 14 m.n., viento del oeste entre 15 y 20 n. de momento perfecto, cerca del cabo nos coge una encalmada de una media hora que aprovechamos para bañarnos.
Doblado el cabo dimos rumbo al oeste, cambio total, viento de proa de 25 a 35 n. aparente, bastante mar, alrededor de 3m. de ola del mediterráneo, con una separación de 15 m., total que aún no ha salido la de popa y ya tenemos la proa cortando la siguiente y como lo define Manuel, mar jodón .
Total que Nuria se mareo un poco y Julio bajo a la cocina a preparar unos espaguetis, y entre el calor interior (llevábamos todos los portillos cerrados porque el mar barría la cubierta) y el bamboleo a causa del mar también se mareo.
Se abrió un mosquetón de una driza de respeto, que rápidamente con el viento que hacia se fue al mar por el costado de estribor, la recupere con el bichero y la amarré como pude sabiendo que al día siguiente había que subir al palo para bajarla.
A las 18,30 h. entrábamos en la dársena del puerto de Iraklión y nos dirigimos a la marina que estaba al fondo, la sorpresa fue que era toda privada, con la suerte y con la amabilidad que caracteriza a los griegos, nos dejaron una plaza de amarre, con agua y luz. El problema fue que el propietario, tenía un sistema de guías muy extraño pues la de babor y estribor estaban unidas con un cabo y al dar atrás, y amarrar la de estribor, al tirar del cabo levantamos la de babor y la cogimos con la hélice. Julio a pesar de su mareo no tuvo más remedio que ponerse las gafas y bajar. Parecía que no estaba complicado pero después de desenrollar varias vueltas, quedó una mordida. Los paisanos que nos dejaron el amarre salían en ese momento y al despedirse de nosotros, también enredaron otro cabo en la hélice.
El panorama era divertido, ver a los dos barcos con sus buzos en el agua; -parecía un concurso.-
Quisimos dejar la operación para el día siguiente, pero nos recomendó el dueño que los ferrys producían tales corrientes que la hélice del Odysseas con la fuerza del cabo amarrado podría sufrir.
Como la cosa estaba complicada, prepare el argil para no tener que estar subiendo y bajando todo el rato, se nos hecho la noche encima por lo pronto que oscurece aquí y a pesar de que se estaba cómodo y caliente por la temperatura del agua, no pudimos acabar por falta de luz.
Estábamos bastante cansados y decidimos cenar fuera. Nos sentamos en un chiringuito que había en el mismo puerto. Pescaditos fritos y ensalada fue nuestro menú.