martes, 26 de agosto de 2008

EL EGEO (El Capi)

25/08/08
SINGLADURA 23/8
Soltamos amarras sobre las 10 de la mañana.
En el barco Julio, Nuria y yo. Javier y Manuel por tierra en el coche que teníamos alquilado, Javier tenía interés en ver una serie de ruinas y Manuel para ver si recuperaba algo la espalda, ya que en el barco no puede estar quieto, la primera mano es siempre la de él.
Destino Iraklión, la capital de Creta, distancia 58 m.n. damos rumbo norte hacia el cabo Ioannis, distante unas 14 m.n., viento del oeste entre 15 y 20 n. de momento perfecto, cerca del cabo nos coge una encalmada de una media hora que aprovechamos para bañarnos.
Doblado el cabo dimos rumbo al oeste, cambio total, viento de proa de 25 a 35 n. aparente, bastante mar, alrededor de 3m. de ola del mediterráneo, con una separación de 15 m., total que aún no ha salido la de popa y ya tenemos la proa cortando la siguiente y como lo define Manuel, mar jodón .
Total que Nuria se mareo un poco y Julio bajo a la cocina a preparar unos espaguetis, y entre el calor interior (llevábamos todos los portillos cerrados porque el mar barría la cubierta) y el bamboleo a causa del mar también se mareo.
Se abrió un mosquetón de una driza de respeto, que rápidamente con el viento que hacia se fue al mar por el costado de estribor, la recupere con el bichero y la amarré como pude sabiendo que al día siguiente había que subir al palo para bajarla.
A las 18,30 h. entrábamos en la dársena del puerto de Iraklión y nos dirigimos a la marina que estaba al fondo, la sorpresa fue que era toda privada, con la suerte y con la amabilidad que caracteriza a los griegos, nos dejaron una plaza de amarre, con agua y luz. El problema fue que el propietario, tenía un sistema de guías muy extraño pues la de babor y estribor estaban unidas con un cabo y al dar atrás, y amarrar la de estribor, al tirar del cabo levantamos la de babor y la cogimos con la hélice. Julio a pesar de su mareo no tuvo más remedio que ponerse las gafas y bajar. Parecía que no estaba complicado pero después de desenrollar varias vueltas, quedó una mordida. Los paisanos que nos dejaron el amarre salían en ese momento y al despedirse de nosotros, también enredaron otro cabo en la hélice.
El panorama era divertido, ver a los dos barcos con sus buzos en el agua; -parecía un concurso.-
Quisimos dejar la operación para el día siguiente, pero nos recomendó el dueño que los ferrys producían tales corrientes que la hélice del Odysseas con la fuerza del cabo amarrado podría sufrir.
Como la cosa estaba complicada, prepare el argil para no tener que estar subiendo y bajando todo el rato, se nos hecho la noche encima por lo pronto que oscurece aquí y a pesar de que se estaba cómodo y caliente por la temperatura del agua, no pudimos acabar por falta de luz.
Estábamos bastante cansados y decidimos cenar fuera. Nos sentamos en un chiringuito que había en el mismo puerto. Pescaditos fritos y ensalada fue nuestro menú.

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