martes, 26 de agosto de 2008

EL EGEO (El Capi)

25/08/08
SINGLADURA 24/8
A la mañana siguiente continuamos y sin ningún problema, “supermanuel” en media hora quitó la vuelta que nos faltaba a la hélice. Lo solucionó sin tener que cortar el cabo.
En los planes había diferentes opiniones; había quién quería ir a ver todas las pedrolas rotas y tiradas por ahí (como dice Manuel) y los que querían solucionar los problemas del barco.
Manuel y yo nos quedamos en el barco arreglando varias cosas. Hubo que subir otra vez al palo para bajar la driza y Manuel vio que la pieza que arreglamos el otro día del giratorio del génova estaba a punto de soltarse. Total, otra subidita al palo con el material necesario para fijarla. A continuación revisión de niveles de los motores.
Nuria, Julio y Javi, se fueron a ver el Museo Arqueológico en el cual estaban prácticamente todos los originales de los frescos del Palacio de Knossos y demás enseres. Creyeron que la visita les llevaría toda la mañana pero, cuál fue la sorpresa que, el museo estaba en obras desde hace dos años y quedó reducido a una sola sala (muy concentrada), en la cual estaba resumida todo el arte desde el neolítico hasta el romano. Nos cuentan que fue interesante ver los frescos (príncipe de los lirios, damas azules) y piezas que incluso los grandes diseñadores se permiten copiar hoy en día (sellos, vasijas, joyería). Muy interesante.
Este mismo grupo se fueron en autobús a ver el Palacio de Knossos. En la parada del autobús al preguntar a unas chicas el horario, les entró la risa y se pusieron a hablar español. Eran dos hermanas de nacionalidad griega y su madre era de Murcia. Siempre encontramos a alguien que nos habla en español. Los que suelen venir por aquí son los italianos y nos confunden con ellos.
El técnico en construcción (Julio), criticó duramente la mala restauración del Palacio, su hormigón con los redondos de hierro de las vigas al aire, les hacían volver al siglo XXI. Lo más sorprendente y llamativo de la visita en general, comentan, fue el gran colorido que tenían los frescos y las columnas. (Ya os colgamos fotos para que las veáis).
A la vuelta de la visita, el grupo de los del Palacio nos rescataron en el barco para comer todos juntos. Comimos en una placita con la mesa inclinada (pero ya estamos todos acostumbrados a comer torcidos) estaba en cuesta. Nos bebimos dos litros de vino del calor que hacía y aunque tarde, fue una comida muy agradable.
De vuelta al barco decidimos baldear la cubierta con agua dulce, mientras otros hacían fotos del entorno. Nuestro amarre prestado estaba en un sitio privilegiado, enfrente del Castillo Veneciano (también veréis las fotos).
Tomamos rumbo a la isla de Día, donde existe la mayor reserva de cabras montesas.
Al salir del puerto, nos sobrevolaban los aviones del aeropuerto de Iraklio. Todo el trayecto fue a motor y la noche se nos echó encima. Llegamos a una calita de la isla. Se apreciaba ya un agua limpia y transparente. El agua estaba como un plato y las estrellas nos cubrieron entre dos muros de montañas sin ninguna vegetación. El cambio fue notable, la tranquilidad y el silencio a la ciudad que acabábamos de dejar.
Una barbacoa en popa con pechugas de pollo, pinchos morunos y panceta, fue un buen final de día, acompañado de los acordes de nuestros grandes guitarristas y cantantes que llevamos a bordo.

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